1/8/18

                                                         Este va para todos los que aún quedamos

Lo único seguro es la muerte,
que retratan flaca pero que se me antoja enorme, 
con los costados hinchados de tanta siega,
con la boca atestada de carnes finas.
Lo único seguro. Ella.
Sus pasos resuenan fuertes,
nos lamen las orejas,
nos mordisquean la espalda
mientras nos arrulla con silbidos ingrávidos,
con canciones que parecen de cuna,
desde lugares atestados de infinitos
oscuros y acogedores.
La muerte que avanza hacia nosotros impávida,
rozándonos las puntas de los dedos
con ventiscas renovadoras,
con airecitos garatusa,
con la sonrisita debajo de las uñas
y sobre los pelos de los brazos.
La muerte que camina lenta pero segura
hacia, eso si, todos.
Que se desgaja sobre los días,
los meses,
los años,
desprendiéndonos uno por uno
o, a veces, por tajos.
La muerte.
Desde todas partes,
y ninguna,
tan llena de ella como nadie de si mismo.
Alzándose sobre todos,
viniéndose sobre todos,
desfilando en caravana:
sola,
magnifica,
grandilocuente,
acercándose desde un principio,
con paso lento pero irrebatible,
indefectible.
Dándonos ventaja,
como si, al final, le diéramos igual.

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