13/11/07

Accion y reaccion

Lo mas extraño fue cuando le dio la espalda sabiendo que no iba a voltear, que no iba a regalarle esa mirada desde lejos. En ese momento pensó que después de todo no era tan feliz, que esta era otra relación que no le llenaba del todo. Ese tipo de cosas siempre son como piedras en la cabeza, de las que uno no puede salvarse, así quiera. 
No podía ocultar que mientras ella hablaba sin parar, pensaba en la razón por la que, a pesar de lo desastrosa que fue la anterior, se sentía mucho mas verdadera, mas tangible. Tampoco pudo negar que en un momento pensó en volver atrás. 
Entonces se preguntó a sí mismo por qué no voltear era una decisión tan inamovible, una regla de oro, algo en lo que no pensaba ceder. Se pregunto en que punto de su vida estaría en este momento para actuar de la manera en la que lo hacía: esa actitud poco interesada, poco dada a ruegos e insistencias ¿Será que definitivamente era incapaz de darse a la otra persona? ¿Era alérgico al sentimiento?, ¿a la sola idea de sentir? Sonaba absurdo, era como decir “Voy a dejar de comer por que no quiero sentir nunca más esta hambre abrumadora”. 
No se quería enamorar. 
-"¡Voy a ser una femme fatale hasta el día en que me muera!". 
No quería querer. No quería dejar un ojo, un brazo, una pierna en cada relación. No quería mutilarse por amor y por eso no se quedaba, no era por más. Aunque uno no controla eso. 
-"¡Claro que si!
No. Finalmente, es incontrolable. Es total y completamente incontrolable. 
Imposible controlar el vértigo que produce el acostarse junto al otro y caer en cuenta, de repente, que su olor, su respiración son cosas tan ajenas, tan desesperadamente ajenas a uno, que resulta total y completamente hermoso. Es decir, es hermoso ver que toda esa mierda que uno es, todo ese hueco negro en la mitad del pecho, ese dolor que solía dar al caminar y al hablar solo, se va llenando poco a poco, se va calmando poco a poco, con todo lo que emana de ese pedazo de carne que se mueve y se queja entre dormido justo a lado. Y aun así…
- ¿Que te pasa?, ¿No puedes dormir?
- Hmmm, No. He estado pensando que quiero alejarme.
- Si, suena bien: pasar unos días en otro lado, tal vez en la playa, dormir en una hamaca, tomar sol, alejarse del computador.
- No, no. Alejarme de todo: de los amigos, de esta casa, de mi mismo, sobretodo de mi mismo... (De ti, realmente de ti)
Las peores revelaciones son, en definitiva, las que nacen de uno mismo, las que no se pueden negar por mas veces que uno se diga que lo que nada de eso es real, y que lo que uno teme que pase no va a pasar, justo en el preciso instante en que las cosas están sucediendo. 
En ese momento, cuando se despidieron en la calle todo fue tranquilo. Pero luego ¡Tas! La pedrada. Ahora, estando lejos, se daba cuenta de que tal vez todo fue un acto reflejo. Todo: conocerse, dormir juntos, hacer una vida. Defraudarse, dejarse. Ahora, en retrospectiva, entendía como ninguno de los dos había sido culpable y, también, que ambos fueron tan culpables como en algún momento de esa vida pudieron llegar a serlo.  

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