Cuando el futuro no existe, el presente se vive rápido y sin miramientos,
los días pasan sin asco y sin fortuna como los autos por las avenidas:
con las luces encendidas a tope y cortando el viento a ras con la carrocería.
A contravía, esperando sin esperar, para desacelerar de frente, finalmente,
contra el muro de todo aquello que habrá quedado sin hacerse;
para parar en seco contra los ladrillos blancos, grises, rojos
de la pared porosa de la vida misma.
2/6/16
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