Henos aquí a los rechazados, arrastrando nuestros brazos por el piso, derrotados, llorando día y noche por el tiempo que se fue, por las guerras perdidas, por las madrugadas a solas con nosotros mismos. Aquí estamos impugnados como leprosos del olvido, marginales del cariño.
Nuestras caras son de arena, nuestras manos son de arena y el alma se nos mueve como sombra, de pared a pared, en busca de una luz que por fin la desvanezca.
Somos varios y nos reconocemos, aun así nos falta el valor para agruparnos. Observamos a los que pertenecen desde oscuros recintos y nos burlamos de ellos con odios amargos y rencores viejos.
Aquí estamos los rechazados, los no convidados, los jamás aceptados, y nuestras invitaciones nos queman como ráfagas calientes, y nuestras memorias nos condenan mientras los oídos nos repiten el constante tintineo de las negativas recibidas, de las arduas jornadas en silencio, de las largas temporadas tratando de olvidar los recuerdos propios.
Los rechazados: aquí somos, aquí estamos.
18/5/08
The rejected ones
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